martes, 9 de julio de 2013

China y los emergentes ya no tiran del carro: ¿respiro o agonía?

elEconomista.es
Martes, 9 de Julio de 2013
  • El gigante asiático incuba una crisis crediticia que amenaza con estallar
  • Los bancos chinos, muy dependientes del corto plazo, deben reducir sus balances
Es de sobra conocido aquello de que cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría, una cita empleada por el Fondo Monetario Internacional en abril de 2008 para definir la gravedad de una crisis que se demostró única en su especie. Sin embargo, más de cuatro años más tarde, las economías emergentes, que han ejercido de flotador durante este crítico periodo, muestran señales de fatiga y muchos se preguntan si la tormenta perfecta que se avecina acabará por tronar y enfermar de forma crónica al resto del mundo.
Al fin y al cabo, las políticas acomodaticias de la Reserva Federal y otros bancos centrales de las economías avanzadas no han hecho más que inyectar liquidez al mercado, una suma que en buena parte ha tenido a los mercados emergentes como principales receptores. Desde que Ben Bernanke comenzase a dar señales de una posible retirada antes de que termine el año, la escapada de los inversores de las economías en desarrollo, especialmente entre el mercado de deuda, ha sido espectacular. Si a ello sumamos los conflictos geopolíticos en Egipto, Turquía y Siria además de la volatilidad de los precios de las materias primas, podría decirse que los principales mercados emergentes (China, India, Brasil o México, entre ellos) caminan sobre un campo de minas.
La semana pasada, el gigante asiático dejó claro que su deterioro económico es más que evidente. Su actividad manufacturera siguió expandiéndose por noveno mes consecutivo en junio, al menos así lo confirmaron sus cifras oficiales que mostraron una desaceleración en los principales componentes del indicador. Dicho esto, el PMI que elabora el banco HSBC, indicó el pasado 20 de junio que la actividad manufacturera de China se contrajo por segundo mes consecutivo y que se encontraba en su peor nivel de los últimos nueve meses. En esta misma línea, el crecimiento del sector de servicios de China cedió en junio a su ritmo más débil en nueve meses, sumándose a las señales de una desaceleración en la segunda economía más grande del mundo.
Con estas cifras sobre la mesa, Pekín intenta suturar una herida mucho más inquietante para el resto del mundo: la crisis crediticia y bancaria que se cuece en el país. Las condiciones globales y los cambios normativos nacionales desataron una crisis de liquidez el pasado 5 de junio en el mercado interbancario de China, que se agudizó tras la decisión del Banco Popular de China de no intervenir. Este desapalancamiento forzado para frenar la burbuja crediticia y garantizar un crecimiento económico saludable causó estragos.
El banco central chino calmó las tensiones desatadas en el mercado durante las semanas posteriores y emitió dos comunicados explicando su postura. Aun así ha proporcionado liquidez directamente a los bancos más grandes, dejando en manos de dichas entidades el determinar los riesgos de crédito de los préstamos a los bancos comerciales más pequeños. "Las condiciones de crédito probablemente permanecerán relativamente bajas durante varios meses, asumiendo que la política actual se mantiene", asegura Adam Wolfe, de la consultora Roubini Global Economics.
En estos momentos, y cruzando los dedos para no sufrir un "momento Lehman", los bancos chinos demasiado dependientes de la financiación a corto plazo deben optar por reducir el tamaño de sus balances para poder financiar así más activos a través de sus depósitos, o encontrar otras fuentes de financiación más estables. Si optan por esta última, la emisión de acciones y la deuda a largo plazo son algunas herramientas a tener en cuenta. Sin embargo, recurrir a estas fuentes de financiación más caras afectaría a la rentabilidad.
De momento, el Banco Central de China parece preferir el desapalancamiento. El pasado viernes, el gobierno chino dejó que recortara el crédito para forzar una consolidación en industrias afectadas por el exceso de capacidad, en momentos en que el gigante asiático busca poner fin a la dependencia económica en la inversión financiada por deuda de bajo costo.

El fin de la era acomodaticia

A la espera de que la Reserva Federal de Estados Unidos levante el pie del acelerador y comience a deshacer su política monetaria de estos últimos años, está claro que la era de de los tipos de interés a cero en el país está llegando a su fin y el riesgo para los emergentes es inmediato. Al fin y al cabo, estos países han dependido estos últimos años de una artificiosa fórmula compuesta por el dinero barato proveniente de Estados Unidos y el fuerte crecimiento económico de China, una utópica situación que ha retrasado la implantación de reformas económicas.
Stephen King, economista jefe de HSBC, y Madhur Jha, economista global de HSBC, rebajaron drásticamente sus previsiones de crecimiento para las economía emergentes este año, en 0,8 puntos porcentuales, y el que viene, 0,5 puntos porcentuales.