Hoy China
tiene en marcha un singular proceso de actualización de su sistema político
cuyo principal tabú sigue siendo la occidentalización. Si en 1989 resistió el
embate planteado por los estudiantes en un contexto internacional que uno a uno
parecía defenestrar los partidos comunistas en todo el mundo, ahora, en una
coyuntura igualmente compleja pero no tan plausible como la anterior, Xi
Jinping se presenta como el líder capaz de afrontar la reforma integral del
sistema político chino.