Corea del Norte le pide ayuda a Occidente por un volcán
POR NICHOLAS ST. FLEUR
Hoy, el volcán que se sitúa en la frontera entre China y Corea del Norte está tranquilo. Una laguna cristalina llamada lago del Cielo llena su cráter.
Sin embargo, el Monte Paektu, como lo llaman los norcoreanos, sólo está dormido. Cuando despertó por última vez, hace alrededor de mil años, la llamada “erupción del milenio” desató uno de los eventos volcánicos más violentos registrados en la historia humana. Y cuando los científicos norcoreanos detectaron una serie de diminutos sismos generándose bajo el volcán de 2002 a 2005, causó tal preocupación que el ermitaño país contactó a Occidente en busca de ayuda.
El resultado fue una inusitada colaboración de científicos de Corea del Norte junto a investigadores de países con los que tiene relaciones hostiles.
En 2013, tras dos años de planificación, vulcanólogos de Estados Unidos y Gran Bretaña se reunieron con investigadores en Corea del Norte para investigar al Monte Paektu y el magma en su interior. El esfuerzo brindó pistas intrigantes sobre el gigante dormido que alguna vez cubrió a la península coreana en una avalancha de cenizas.
Para el pueblo coreano, el Monte Paektu es sagrado. Lo valoran como el sitio donde Kim Il Sung, padre fundador de la Corea del Norte moderna, empleó tácticas guerrilleras para luchar contra los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y como el presunto lugar de nacimiento de su hijo, Kim Jong-il, que lo sucedió como líder del país.
“Ese significado cultural explica parte de la motivación para que los científicos allí entendieran al volcán”, dijo Clive Oppenheimer, vulcanólogo de la Universidad de Cambridge que se unió al estudio. “Les preocupa el impacto cultural que tendría una gran erupción futura”.
Durante los últimos 20 años, los científicos norcoreanos estuvieron aislados del debate en los campos de vulcanología y geofísica. Pero estaban ansiosos por aprender.
Un interrogante a considerar era si la erupción del milenio afectó el clima en el Hemisferio Norte.
Las erupciones de gran magnitud pueden liberar inmensas nubes de dióxido de azufre a la estratósfera. Allí el gas se transforma en un aerosol de sulfato que refleja la luz del sol y enfría al planeta. Un famoso ejemplo moderno es la erupción en 1815 del Monte Tambora de Indonesia, que arrojó tanto polvo y roca volcánica a la estratósfera que causó lo que se conoce como “el año sin verano”. Nueva York sufrió tormentas de nieve en junio y las heladas diezmaron las cosechas en Nueva Inglaterra en julio. Esa erupción liberó aproximadamente 28 mil toneladas de azufre.
Estudios anteriores de muestras de hielo de Groenlandia del año 946, cuando ocurrió la “erupción del milenio”, encontraron bajos niveles de azufre, lo que sugiere que la erupción emitió una pequeña cantidad de gas que no tuvo gran efecto sobre el clima.
Sin embargo, el equipo pensaba que los cálculos con las muestras de hielo podrían ser bajos y quería probar los rastros de azufre dentro de la piedra pómez blanca de la erupción en sí que hoy salpica al volcán.
Se halló que la Erupción del Milenio de hecho emitió una gran cantidad de azufre a la atmósfera: unos 45 mil kilotones. Eso es unas 20 veces los cálculos anteriores y alrededor de 1.5 veces lo que emitió el Monte Tambora.
Con esa información, Kayla Iacovino, vulcanólogo en la Universidad Estatal de Arizona y autora principal del estudio más reciente del equipo, dijo que la “erupción del milenio” tenía el potencial de afectar el clima, pero eso no significa que lo haya hecho.
Varios factores, como la alta latitud de la montaña y la época del año en que hizo erupción, también podrían haber influido en sus efectos.
Iacovino dijo que espera que los resultados de la labor con los norcoreanos resulten en más investigación.
“Si entendemos la historia del volcán y de qué es capaz, entonces podemos empezar a predecir qué podría hacer en el futuro”, dijo.