Eli Han nació en la Argentina y vino a Corea del Sur a los 18 años. Heri Chang emigró junto a su familia a Buenos Aires cuando era niña, pero hace cuatro años se volvieron todos a Corea. Ellas son parte del reverso del flujo migratorio que entre 1960 y fin del siglo pasado pobló a Buenos Aires, con epicentro en el Bajo Flores, de coreanos. Muchos de los hijos y nietos de aquellos inmigrantes, como Eli y Heri, hoy se están volviendo a la tierra de origen de sus padres. En el pico de esta corriente, en 1990, la comunidad coreana argentina llegó a contar con 42.000 habitantes. Hoy rondan los 20.000. ¿Por qué está ocurriendo este fenómeno? ¿Cómo afecta a sus protagonistas? ¿Qué dice del desarrollo económico de la Argentina y Corea del Sur en los últimos años?
Charla especial a cargo de Nicolás Cassese, editor del diario La Nación